JUAN PABLO JIMÉNEZ -. Era la primera vez que Hernán Rivera Letelier se enfrentaba a la novela policial. Su fuerte es la pampa, allí donde él vivió las penurias que ha ido incrustando en sus novelas. De allí han nacido personajes que parecen la invención pura de un escritor pero, tal como pasa con García Márquez, en el fondo son las relecturas de personas de carne y hueso. En “La Muerte es una Vieja Historia” hay que encontrar al asesino del cementerio, el violador que describen con olor a muerto. El Tira Gutiérrez –que del trabajo en la mina en el norte se aventuró al oficio de detective– y la hermana Tegualda, hacen las veces de Mulder y Scully de “Los Archivos Secretos X”, y buscan una respuesta adecuada a lo que está sucediendo en las oscuridades de Antofagasta. Rivera Letelier no construye una novela a lo Sherlock Holmes o a lo Aghata Christie. Se nota que eso no le interesa. Su norte ni siquiera es meter miedo. Su blanco es, simplemente, entretener. Y así
Anexos de la literatura chilena