Carla Guelfenbein. Líquido amniótico

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

Nadar desnudas porque bajo el agua hay mundos. Otros mundos. Nadar desnudas como un bálsamo, un remedio al hastío, a la incertidumbre de no saber cómo se escribirá la historia mañana.

Nadar desnudas para sentir el agua tibia en los pliegues de todo el cuerpo como un alivio, una caricia, una compañía. Sophie y Morgana nadando desnudas para protegerse, para sentirse unidas más allá de la rutina.

Sophie y Morgana nadando desnudas como en el líquido amniótico, lo que las hermana. Ya las hermana vivir la historia de un país que se caerá a pedazos, el amor mutuo por Diego, el padre de Sophie.

Las dos amigas pero hermanadas en el alma. Reencontrándose en esta vida. Sophie acurrucada en el cariño de su amiga. Morgana acurrucada en el pecho de Diego. Sophie sintiéndose protegida por Diego.

Huérfana de un momento a otro. Diego y Morgana traspasan las fronteras del entendimiento de Sophie. Chile cae sobre sí mismo y se engulle a Diego y Morgana.

Sophie cae al agua: un bombazo parecido a esos que están destruyendo al país. Ya no nada desnuda. Ya el agua no es tibia ni protectora. Ya Morgana también se ha desplomado en el alma de Sophie y su padre se ve difuso, como mirar bajo el agua.

La escritora chilena Carla Guelfenbein (El Resto es Silencio) vuelve a explorar al ser humano en lo profundo de su complejidad, en “Nadar Desnudas”, su última novela.

Carla vuelve a caminar con sutileza, hasta con sensualidad, en las relaciones humanas llevadas a un límite. Nos hace nadar desnudos en su libro a medida que vamos queriendo a los personajes, a medida que nos vamos encontrando con un Chile que de repente también cae al agua, que nada desnudo a la fuerza.

Si hay algo que tiene Carla Guelfenbein en su prosa, es esa sutileza para mostrar con sencillez la inmensidad de lo que sucede al interior de un personaje: la inmensidad de la pena, del cansancio, de la tibia felicidad. En fin, aquellos senderos internos que componen el ser último de una persona y por ende, su vida.

Un amor, una amistad, un sentimiento, pueden acabar de un segundo a otro o en el mejor de los casos, pueden transformarse en nuevos estados que se enquisten en la memoria, en el alma y eso a la vez, puede impulsar los rumbos que tomamos para sentirnos completos, aunque esa búsqueda sea larga y muchas veces tortuosa.

Publicar un comentario

0 Comentarios