Poemas de alta fidelidad

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

El lugar donde desde hace varios siglos Américo Reyes hace plastificaciones, debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad.

Es una suerte de pasadizo secreto, de viaje en el tiempo donde se detienen soñadores, prestamistas de juguete, osos de peluche, amigos de infancia, amigas desordenadas, hombres de tomo y lomo y presidentes de la república jubilados.

De esa mente, de esas manos, de esas orejas y ojos, de ese Américo poeta, provienen todos los versos que han ido a parar a unos de los libros más feroces de los cuales me he enfrentado en estos últimos por lo menos 24 meses: “Que los Cuerpos Cumplan su Destino” (RIL Editores), poesía visceral del curicano recién salida del horno.

Es cierto que en gran medida lo contenido en estas líneas rondan por el lado de la homosexualidad, pero ello no cae en el vicio de lo monotemático. Américo Reyes habla de ello con una elegancia y una sutileza que sí, puede ser feroz y explosiva, pero a la vez, esos versos son manifestaciones de pasajes de la vida e imaginación del autor, que muchas veces parecen danzas internas, juegos, coqueteos consigo mismo. Y uno se divierte.

Pero a la vez Américo habla del pasado, de la vida, de la necesidad de la muerte. Le pega un tiro a algún parásito del Fondart de turno, al país y al mundo. A lo que viene. Incluso nos cuenta que borracho le pidió a Dios que su perro no se muriera y pensó en que Dios seguro que no atendería el pedido de un borracho pero que siguió pidiendo por su perro.

Poesía simple pero a la vez devastadora. Sutil, pero puntapié en los labios. Dulce, pero gusto a sangre después del crimen. Así como es la poesía. Así como es la vida. Así como debe ser el sexo en esas armonías y senderos.

“Todos mis amores ya encontraron su amor” dice Américo como burlándose de sí mismo y lo imagino con esos ojos chicos y brillantes y la copa de tinto en la mano pensando en poemas que ya se murieron.

“Esta cicatriz que nunca ha sido herida” declara y sentado mira a un morenazo que le revuelve las entrañas y después eso va a parar al papel en creaciones que son de las mejores por estos lados de la ciudad.

Poesía y sinceridad. Poesía y poemas. Poesía y versos. Poesía y vida. Poesía y el poeta que se resiste a no vivir como poeta.

Charly García dijo un día que si él fuera presidente todos se cagarían de hambre pero la pasarían fenomenal. Algo así dice Américo en un poema tan notable como “Ejercicio Ilegal de la Mendicidad”, en que se detiene a pensar en cómo serían las cosas si todos fuesen como él. En el fondo, como yo. Como usted.

“Que los Cuerpos Cumplan su Destino” es poesía de alta definición, de alta fidelidad. Es el reflejo de esa esencia sencilla del personaje de los plásticos a la entrada del municipio de Curicó. Una ventana a episodios de su existencia que son compartidos y que así los hacemos universales.

Que los cuerpos hagan lo que quieran, con quien quieran y como quieran. Que las cosas fluyan como quieran, como en este libro, donde los versos a veces duran un cuarto de página, otras veces parecen canciones y otras, se transforman en odas transgresoras y sonetos de placer y muerte.

Necesito plastificar una crecencial.