Germán Marín, un digresionista

JORGE MUZAM -.

El escritor Germán Marín tiende a excusarse reiteradamente por la pobreza de su accionar literario. Me hace recordar a Madame Kukulis, en una de sus habituales clases en el Pedagógico, hablándonos de la falsa modestia, esa especie de bula literaria exculpatoria que los escritores utilizan a destajo por si se mandan alguna cagadita.

La cosa es que, a pesar de esto, el tipo escribe bien (aunque no magistralmente) y es lo suficientemente culto. Para amortiguar la imposibilidad de exponer latamente un argumento recurre a la secuencia numerada de sus breves párrafos. Es un digrecionista, un escritor que se encandila con numerosos temas, pero que los abandona casi en el acto para reemprender un nuevo rumbo. Lo bueno es que su novela Las cien águilas puede leerse desde cualquier lugar.
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