Jorge Muzam
Lo mismo de siempre. Mañana de levantarse a tientas, más puteando al mundo que bendiciéndolo. Sigue lloviendo en este septiembre avanzado. Los treiles andan exaltados. No admiten perros intrusos en las cercanías. Tienen la fuerza aérea presta a kamikazear aletazos filosos.
Café y primeras lecturas. La estufa que no quiere encender. Claudio Rodríguez me envía un link sobre Nicasio Tangol. Correspondo con Oquendo de Amat. Seguimos chateando sobre libros. Nuestra búsqueda de los tesoros de Quimantú, del editor mágico que puso a Ring Lardner, D.H.Lawrence, Fernando Santiván, la camada de rusos.
La mañana está esquizofrénica. Llueve y sale el sol, la temperatura sube y baja, las nubes oscilan entre blancos espumosos y grises amenazantes.
Debo hacer un prólogo a pedido, avanzar proyectos culturales, paja molida para posibilitar el pan de marzo, y espero sobre todo seguir escribiendo lo propio, que como zapatero remendón, parece ser lo único en lo que tengo cierta destreza. En el resto soy la mediocridad universal.
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Fragmento de Diario de una rata soldado
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