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Mostrando entradas de junio, 2015

Mejores escenarios

ROSSANA ARELLANO GUIRAO -. (a Jorge Muzam) por todo el respeto que le tengo Podría soñarse algún etcétera, en mejores escenarios... Si todos los ojos se clavan sin recelo, tal vez puedan observar desde afuera,  las noches disfrazadas, que reciben propina por la curiosidad de ciertos demonios. Si acaso los hombres, cansados de ganar, pusieran su dinero de la banca en el buffet del pobre, donde son repartidos tantos ojos de llanto en fichas de saciar sus apetitos; pudiéramos tal vez, reprimir un bostezo de príncipes azules. Si tan sólo la noche, dejara de ser maleante y nos dejara acurrucar sobre su altura...

Si es cierto, no me acuerdo

JUAN PABLO JIMÉNEZ -. Ingrid Felicitas Olderock es grande. Parece un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer. Fuma. Enciende un cigarrillo con la cola del que se está extinguiendo. Mira fijo. Sus ojos son como dos piedras brutas lanzadas al rostro. Dice garabatos. Se enoja. Se para. Se prepara un té. No le gusta que le pregunten de algunas cosas, especialmente aquellas con que se siente amenazada. “No me acuerdo”, dice y se vuelve a enojar. Responde con preguntas. Recibió unos cuantos balazos. Pero no murió. Dice que el disparo en la cabeza la dejó mal; que por eso se le olvidan las cosas. Aunque no, esos daños no tienen secuelas de ese tipo. Dice que jamás torturó a nadie. Que nunca perjudicó a su propia hermana para dejarla en la calle; para que la torturaran hasta que se le fuera la vida. Dice que no tiene nada que ver con esas cosas. Que ella solo recibía órdenes. Que los jefes le tenían mala, porque ella manejaba carpetas y carpetas de información. Información que dejarí

Como intentar construir una historia de amor en medio de la mentira

JUAN PABLO JIMÉNEZ -. En Desolación nunca pasaba nada. Sus personajes se movían como fantasmas arrastrando cadenas. El sol se depositaba en el pueblo nortino como un manto moribundo, un animal enfermo aferrándose a su amo. El tren quebraba la rutina y se transformaba en un acontecimiento semanal los domingo, que eran tan muertos como puede ser un domingo en el desierto… y a veces en la ciudad. Cada habitante era un personaje, la construcción de un poeta, una escultura con vida propia. Pero nunca les pasaba nada. El vendedor de pájaros vino a romper con todo, como se hace en teatro cuando el público está bostezando y un actor improvisa. Sin intención de romper con nada. Sin intención de enamorarse de la mujer más preciada de Desolación, propiedad del más bastardo del lugar. Sin intención de aparecer medio muerto a patadas y combos como castigo por amar. El vendedor de pájaros solo quería vender sus pájaros, que en un lugar como Desolación era como llevar colores de