JUAN PABLO JIMÉNEZ -. “Llegaste y tocaste en mí Lo que no conocía” (Francisca Valenzuela ) Los jardines parecen ser pasadizos a dimensiones paralelas. Son como otro planeta. Especialmente si somos niños. Está el mundo allá afuera de los papás y los tíos y el interior del jardín, con su olor a tierra húmeda de verano y sus insectos que, por más amenazantes que parezcan, son amigos con quienes jugar. Los jardines a veces acompañan soledades. Es la explicación de por qué los jardines de las solteronas son tan hermosos o las rosas de la abuela viuda hace ocho años están tan repletas de vida. Don Corleone murió en medio de la belleza de su jardín. Daniel López solía regar con esmero las plantas de su jardín. Estos espacios reducidos en terreno pero infinitos en vida y color, a veces definen incluso el rostro de una casa; la esencia y la energía de una familia. El padre puede estar reflejado en un filodendro, la madre en una orquídea, la hermana en un macetero,
Anexos de la literatura chilena