CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES -.
Un amigo me pidió información sobre Carlos Keller, Jorge González Von Mareés y Carlos Droguett. Aparentemente está realizando una investigación histórica sobre el nacismo chileno, pero no ha encontrado suficiente material. Es efectivo que casi no existen textos históricos respetables que hayan profundizado en el tema del nacismo chileno. Un ejemplo de aquello es la biografía sobre Jorge González Von Mareés titulada El Jefe de Rodrigo Alliende, publicada en 1990. El típico caso de una material en bruto con un potencial enorme, pero desperdiciado por una prosa rígida, sin pulir, como hecha a la rápida y sólo por cumplir. Al lote, en otras palabras. En todo caso, en cuanto a información, el libro entrega muchos datos que pueden ser útiles, tales como fechas, hitos, declaraciones y publicaciones. Aparecen, además, bastantes antecedentes sobre la sociedad González – Keller, este último tanto o más interesante que el primero. Pero no está demás reiterar que no hay reflexiones ni análisis sesudos. Sin embargo, el libro lo leí hace varios años, con un bagaje distinto y talvez sea un poco injusto con mi actual comentario.
Salvo este texto y las típicas reseñas de los libros escolares, no tengo conocimiento de otros títulos donde se aborde el tema del nacismo, aunque puede que existan, pero deberían ser de los últimos años, del 95 en adelante.
En el caso particular de Jorge González, él escribió en 1940 El Mal de Chile, donde lanza una crítica bastante vigente a la situación política, social y económica del país y es de la editorial Talleres Gráficos. Se encuentra en la Biblioteca Nacional y no tengo copia de él. Aparte de eso, en internet hay unos textos dando vueltas sobre su persona. El más interesante corresponde a Miguel Serrano y creo tenerlo guardado en mi computador, donde narra la conversión de González al liberalismo (terminó siendo, si no me falla la memoria, tesorero del Partido Liberal en los ‘60), dándole la mano a Arturo Alessandri en el cementerio y recibiendo de parte del nazi esotérico de Serrano un desprecio muy bien escrito, pero desprecio al fin y al cabo. Lo más suave que le dice es traidor.
El caso de Keller es mucho más complejo. Existe una abultada bibiografía en la Biblioteca Nacional que parte desde la década del 20 y 30 y se extiende hasta nuestros días. Tuve el privilegio de leer La eterna crisis chilena, editado por Nascimiento en 1932. El valor del libro está en ser una síntesis del pensamiento político de Keller, más aún por haber sido escrito cuando los nacis chilenos estaban en pleno proceso de formación, antes de la anexión de Polonia por parte de Hitler y toda su melcocha posterior. Keller fue un tipo que escribió sobre todo lo que se le pasó por la cabeza: política, filosofía, economía, antropología, historia, agricultura, sociología (me parece que fue uno de los fundadores de la escuela de Sociología de la Universidad de Chile, pero es un dato que no puedo corroborar) y hasta literatura. En las librerías de viejo se puede encontrar, para quien guste de escarbar, una novela histórica sobre La Monja Alférez escrita por Keller (me parece que es de mediados de los ‘70) y anterior, en todo caso, a una novela de una escritora chilena sobre el mismo personaje, pero escrito el 2005. También tiene un libro sobre los pueblos indígenas del sur en un tono bastante épico y racista (en cuanto a florear a una raza por sobre otra), parecidos a los textos de Serrano, donde se manda voladas mitológicas y esotéricas.
Después de los mil días socialistas de Salvador Allende en La Moneda, Keller formó parte del Instituto Nacional de Estadísticas, lo que hace suponer que apoyó el golpe de Estado de Augusto Pinochet. Tengo memoria de un texto que leí de Keller a días de este suceso, criticando la pornografía en los quioscos. Supongo que se refería a esos embelecos candorosos de Pepe Antártico y Viejo Verde que no le hacían mal a nadie… Avanzando un poco, Keller murió al año siguente, en 1974.
Mención aparte merece el Centro de Estudios y la Biblioteca Carlos Keller, del cual tuve conocimiento gracias a internet. En ellas se pone orden a la bibliografía de Keller, como a otros textos que apoyan la causa nacionalista. Como es posible deducir, el tufillo nacista (la c es porque sigue la tradición chilena del movimiento, más que la germanófila) salpica la pantalla del computador de arriba hacia abajo. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta. Allí aparecen los textos de Carlos Droguett relacionados con la Matanza del Seguro Obrero.
Respecto a este último, el único antecedente que manejo respecto de su adhesión al Nacismo de González y Keller lo leí en el libro de Enrique Lafourcade Animales Literarios Chilenos en un capítulo dedicado, precisamente, a su persona. Sin embargo, por el tono de mala leche en que está escrito, me da la impresión que Lafourcade pecó de venenoso. Lo destroza literariamente y, más encima, le atribuye simpatías por el movimiento en los años ‘30 con bastante menosprecio. Lo pinta como un loco rabioso y con acné permanente. La crónica la escribió en los años ‘70, supongo que para El Mercurio. Sin embargo, el mismo Lafourcade lo incluyó en su antología con el cuento magistral "Magallanes". Tal vez el padre de Palomita Blanca lo asocie al nacismo por los dos libros que abordan el tema: La Masacre del Seguro Obrero de 1940 y Sesenta Muertos en la Escalera de 1952. Son el mismo libro, pero el segundo está ampliado y corregido, es más literario y menos periodístico (si se puede hablar de periodístico en el estilo de Droguett). Sin embargo, en los dos, Droguett asume un punto de vista de testigo de los hechos, un testigo que se asombra, asusta, remece y aprende a odiar por unas muertes que considera absurdas y, por ello, se niega a aceptarlas. Más que un punto de vista ideológico, lo considero humanista.
En cuanto a la posición política de Droguett, la mayor parte de su vida fue de izquierda marxista. Adhirió a Allende en sus campañas y en su gobierno, fue contrario a Pinochet y me imagino que no lo convenció hasta su muerte el experimento concertacionista, porque si algo odiaba eran las tibiezas, y en eso estos chicos que gobernaron desde 1990 fueron campeones. Antes de aquello, como ya lo dije, el único autor que lo relaciona con los nacis chilenos es Lafourcade. Sin embargo, si esto fue cierto, debió ser en sus primeros años, siendo veinteañero, porque a fines del ‘30 y a principios del ‘40, ya como periodista, escribía en revistas como Extra, cuya línea era de izquierda y cuando digo izquierda me refiero a la marxista… porque en estrictor rigor, tanto los nacis chilenos del 30 y 40 y después los falangistas, se les podría considerar de izquierda, por cuanto en sus principios siempre rechazaron el capitalismo como sistema económico. Y si hilamos más fino, Frei y su Falange guardaban muchas coincidencias con las ideas de González y Keller en cuanto al corporativismo y socialismo comunitario, contrario a la dictadura del proletariado. Por algo se llamaron Falange, al igual que la del fascista español Primo de Rivera.
Fotografía: Jorge González Von Marées, líder de los nacis chilenos.
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