Santiago en 19 mil y tantas palabras

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.


Siempre pensé que Santiago Fantóbal estaba más loco que yo. Pero cuando vi que en los agradecimientos de su libro “Cuentos Sin Final” figuraba mi nombre, me convencí que era hora de internarnos juntos.

No me invitó al lanzamiento de su libro. Pero lo perdono porque el Chago es así. Camina por las calles y no se da cuenta que hay alcantarillas abiertas. O semáforos en rojo.

Me dijo que lo despedazara en la crítica que escribiera para el diario un mediodía de no sé cuándo a la salida de un monstruo-mercado. Yo iba a comprar tallarines. Lo que él no sabía es que yo no hago crítica. ¿Quién es este pelotudo para hacer crítica?

Ahí me di cuenta que este muchacho parece que no me lee los domingos.

Lo que trato de hacer es destacar lo mejor, lo bueno de una obra. Cualquiera que sea.

Bueno. Les contaba que Chago me dijo que lo hiciera pebre en el artículo que escribiera sobre su libro.

Le dije que sí. “No seas como algunas mujeres que me dicen que el libro está bueno y ni siquiera han leído un cuento”, me dijo y yo le respondí algo así como que ese es el destino de las estrellas de rock. Y de las letras. Y del periodismo y lo que sea: las mujeres se acercan solas. En racimos.

Y cómo darle en el gusto a este extraterrestre.

Primero debo contar que hicimos obras de teatro juntos. Me parece que “Números” la hicimos un día que era mi cumpleaños, en el colegio Inmaculada Concepción. Bajamos del escenario. Me saqué el maquillaje. Y me fui a pie a mi casa. Me parece que mamá estaba esperándome con torta y todo eso.

También hicimos la versión libre de “El Cepillo de Dientes”, de Jorge Díaz. Fue un éxito. Hasta quise estudiar teatro... Además de presentar un par de veces “Estación del Desencuentro”, escrita por él. Donde también hicimos lo que quisimos sobre las tablas.

Y bueno.

“Cuentos Sin Final”… A ver… para que se quede tranquilo… No me gustaron cuentos como “Imposible” o “La Pelea”. Tampoco “Cita”. Tampoco me gusta que hable tanto en primera persona un personaje perdedor que siempre está canalizando sus fracasos en una mujer o un suceso que podría ser parte del story board de una película de Hitchcock. ¿Te quedas tranquilo, Chago?...

Me quiero detener en momentos notables como cuando coquetea con la pedofilia y nos sorprende. O aquella imagen insuperable del espectador que ve cómo barren los auxiliares el escenario; el diván donde da lo mismo quien mierda sea el atendido. O la imagen que construye en el Metro de Santiago cuando todos han hablado tanto del Metro en tantas oportunidades. Hasta Café Tacvba en México.

Lo que trato de decir es que nica le voy a dar el gusto a este pelafustán. Porque los cuentos de su libro lanzado hace poco este año, reflejan el mundo de un escritor que está atento a su pasado, presente, futuro y otras dimensiones desconocidas a través de personajes que son extraídos de cuadros de Dalí.

Es cierto: algunas partes de estos cuentos nacen de echar a la juguera a Benedetti, Cortázar, Onetti y borradores inéditos –hasta el próximo año– de Jiménez. Pero siempre con la impronta de un Santiago Fantóbal que pone mucho de sí mismo en los personajes que componen estos relatos, que podrían suceder en la esquina del barrio o en una dimensión paralela.

Bien. Qué más podemos decir. Eeeeeeh… Ahora hay que pulir este libro para las “(S) Obras Completas” que espero, salgan a la luz en la próxima década.

Ya. Buenas noches.

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