JUAN PABLO JIMÉNEZ -.
Miguel es de los segundos. Lleva cincuenta
y ocho noches y media sin dormir”…
(Alejandra Costamagna)
Los animales domésticos de la escritora chilena Alejandra Costamagna están cansados. Tienen dolores, malestares. Los animales domésticos de este libro son prolongaciones de los malestares de los personajes y en cierta medida, de nosotros mismos.
Eso. Eso pareciera. Dicen que las mascotas absorben todo lo que sucede en una casa e incluso a veces se llevan la peor parte.
Un animal doméstico mira, escucha. Puede que esté con los ojos cerrados en la puerta mientras nosotros hacemos el amor. A veces no se ven; se esconden tras el sofá, aparecen por una ventana, juegan con una pelota o esperan un plato de comida que más que plato de comida, signifique una manifestación de amor.
En Animales Domésticos, Alejandra Costamagna hace un silencioso juego entre las cosas que les suceden a los personajes y las realidades de los animales que les rodean.
La pena, la frustración, las historias de amor semi rotas, la posesión de una perra como la posesión del otro, una mujer mono significando un pedazo gris de nuestra historia, un sobre misterioso. Partes de un engranaje en manos de una de las mejores escritoras chilenas contemporáneas. Engranajes que tienen un paralelo en ese juego materializado en las mascotas que rumian sus vidas.
Aunque estos personajes también rumian sus realidades, que parecen espesas e interminables.
Alejandro Zambra (Bonsái, La Vida Privada de los Árboles) dice que uno de los libros que tenía en el velador por estos días es Animales Domésticos, un libro que es “un puñado de buenos cuentos”, afirma.
Y claro, Costamagna es una excelente cuentista, por mucho que las señoras novelas miren como primos chicos a los cuentos.
Un libro como éste vuelve a demostrar que los cuentos tienen tanta validez y constan de tanta profundidad y calidad, como una novela de trescientas cincuenta páginas.
La característica de los cuentos de Costamagna, es que hay un silencioso hilo conductor que los emparenta. Un juego con realidades que a veces nos pueden parecer fantásticas pero que al final del relato, se acomodan a realidades cotidianas que nosotros podemos sentir como reconocibles.
En Animales Domésticos los personajes se comunican el cansancio interior que llevan. La espera de la muerte, la relación de dos hermanas antes de una intervención quirúrgica, el amor sin respuestas, un hombre que espera a una mujer que conoció en talleres de yoga.
Hay algo que nos hace sentir que la cotidianeidad es a veces amarga y que las respuestas o salidas tal vez estén en los giros que den nuestras historias, o estas historias, con finales que son un game over para dejar de pensar en aquello que nos pesa.
Los animales domésticos se mueven en la casa; están en la cocina cuando estamos en el dormitorio o puede que nos observen mientras nos duchamos. Se roban trozos de pan con queso y a veces dejan sus huellas en la alfombra o su humanidad en alguna esquina, tras un florero grande en el piso.
Los animales domésticos son así, a veces, como nuestras conciencias.
4 Comentarios
Concuerdo con que los cuentos pueden ser tan profundos como una extensa novela y de hecho prefiero un buen cuento antes que una interminable novela. Me gustó esta reseña por la temática que abordan los cuentos, me encantan las mascotas, las que tengo son consideradas y tratadas como parte de nuestra familia, tiene cada cual una personalidad individual única y una relación peculiar con cada uno de nosotros, tal como si estuvieran dotados de alguna cuota de humanidad. Me gustaría poder leer el libro.
ResponderEliminarSaludos
Mary Rose
El tema que trata la escritora es muy interesante. Al menos así lo deja entrever vuestra reseña,amigo Jiménez.
ResponderEliminarSaludos
He leido cuentos brillantes que fácilmente quitan el puesto en el órden de mis obran preferidas a novelas de unas cientos de hojas, coincido con ud.
ResponderEliminarUna obra para tener en cuenta, una reflexión sensata con la que no es dificil estar de acuerdo. Me hace pensar cuántas veces asumimos roles de animales para dar cuenta de ciertos estados de ánimos, los animales nos identifican y pueden ser interesantes alteregos! Me encanta transitar por la vida con heteronimos animales, en esta madrugada tibia me siento muy gatuna con ganas de algunas caricias generosas de modo que buscaré entre sábanas a mi amo(r).
Saludos
Fue una de las primeras cosas que me enseñaron en mi niñez: que los animales captan y hacen suyo todo lo que uno siente.
ResponderEliminarDesde entonces vivo intentando no ofender sus propios espíritus, no contaminarlos con lo que el mundo nos machaca a nosotros. Sé que es muy difícil, porque perceptivamente ellos van varios pasos adelante de nosotros.
Me gustó la temática de este libro, amigo Jiménez. Creo que no hay a quien no le toque. Confío en que Alejandra lo haya sabido tratar. Tengo una deuda lectora con ella. Espero leerlo a la brevedad.
Nunca pude olvidar la historia (que me la confidenciaron como muy cierta) de un quiltro que andaba a mil por hora en su perruna vida y que se terminó suicidando a cabezazos en un muro de El Cortijo.
Lo otro que me llama la atención es la destreza exquisita que tienen para manipularnos emocionalmente.
Abrazos.