Ashle
Ozuljevic Subaique
Maculada
I
Cuando el sol me enceguece
dudo de la realidad que me rodea
y de las teorías de las manifestaciones de un dios
omnipotente
que en mis pecas colapsaría
como un aerolito extraviado.
II
Me leyó las pecas como si fueran las líneas de mi mano
le di monedas,
todas las que tenía:
necesitaba que me dijera
que iba a ser feliz.
III
Nunca se cansa el sol de martillar mi rostro:
cada peca es un clavito diminuto que no duele
cada peca es un clavito que me salva de encancerarme
cada peca es un espejo para insectos.
Cuando duermo ellos vienen a mirarse
sin quedar nunca felices
del reflejo que reciben
los mato uno a uno
con las yemas de los dedos
pues nunca han sido capaces de contestar
cuándo y quién me unirá las pecas
con
una línea brillante que no duela.
Brandsen
Pellizcarse la piel
no es meditar
sacarse los pelitos
uno a uno
no es meditar
rascarse
peinarse
lavar la ropa
no es meditar
hacer la comida sin probar bocado
caminar pasito a pasito a pasito
contando los centímetros
no es meditar
tener sueños lúcidos
o sueños húmedos
no es meditar
descubrir un hormiguero
y perdonarles la vida a sus tres millones de
habitantes
tomar el sol
abrigarse
no es meditar
hacer la cama
saludar al gato
o a la luna
no es meditar
pensarte todo el día
niña de mi vida
planificarte una vida feliz
extrañarte hasta el insomnio
dolerme anhelarte amarte
no es meditar
pensar cuánto le debo al amor fati
no es meditar
ni el dolor de espalda
ni el padecimiento cervical
ni el calambre en el pie
ni el adormecimiento pélvico
ni las palpitaciones cerebrales
ni el ardor de garganta
ni la punción en el tercer ojo
ni la sed del todo
sobre todo
no es meditar
tan simple como inhalar
tan simple como exhalar
escribir
no es meditar
Juárez Larga y Fariña
Bien puede una mujer vivir de sus recuerdos,
de un rosario de tangos tristísimos,
de su primer árbol navideño,
del infantil galpón ciclópeo de nueve metros
cuadrados,
una escalera empinada que te lleve a ninguna parte,
un país ficticio en el subterráneo mínimo del planeta
de cartón que la familia poseía,
las trampas del patriarca, esa habilidad importada
desde el lejano oriente de hacer el mal chiquito tras la mampara,
rodeada de adobe y de gatos y de elásticos
y de amores incondicionales que me entrenaron para la
insatisfacción;
aquí comenzaron los errores, pienso
en esta esquina que no me preparó para el sufrimiento
-
no
sabes cuán mal puede hacerte la ternura a pie juntillas -
en esta esquina tomada por una nueva familia que no
sabe
que
debajo de sus muebles
y
junto a los restos de mi ascendencia
duermen
casi todas las posibilidades
de
comprender que no nací para ser amada.
Te digo
Te digo: he vuelto a no desear
nada material,
te digo: he regresado al no-consumo
de objetos manufacturados
sólo mantengo esta necesidad latente
de piel y sudor
de fluidos que emergen
más allá de mis confines
te digo: acércate prudente
todos somos frágiles
y todos feroces
te digo: el sol martilla mi rostro
cada peca es un clavito diminuto que
no duele,
tal vez,
te digo: no te aproximes
mi puente de palitos delgados
pende de imperceptibles tuercas
el secreto es rodarlas yo sola
embarrarme las rodillas
y lamerme las heridas
te digo: he vuelto al desapego
nada más tengo apetito
de lo que no se puede comer.
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