JORGE MUZAM -. Se llamaba Lamberto. Era un feo nombre, así que sólo le decíamos Lambert, pues de esa forma se asemejaba más a Christopher Lambert, el highlander escocés. Con el tiempo sólo le dijimos Cris. Creo que le hicimos un favor en ese sentido, pues conociendo la picardía malintencionada de los chilenos, con el tiempo su nombre habría derivado a lame-raja, o cosas aún peores. No podríamos decir que era un mal muchacho, sólo porfiado como asno, llevado de sus ideas como abuelito de 80 años que no está dispuesto a cambiar un ápice su rutina. En este caso se trataba de sus percepciones literarias. De alguna forma se había quedado estancado en sus primeros acercamientos a la literatura allá por los 18 años. Desde entonces sintió que con eso le bastaba para convertirse en un literato hecho y derecho y dar cátedra por la vida. En cierto remoto sentido tenía razón, pero no estábamos dispuestos a reconocerle ese mérito. Sus padrinos literarios eran García Márquez, Manuel Rojas, Cerv
Anexos de la literatura chilena