Como intentar construir una historia de amor en medio de la mentira

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

En Desolación nunca pasaba nada. Sus personajes se movían como fantasmas arrastrando cadenas. El sol se depositaba en el pueblo nortino como un manto moribundo, un animal enfermo aferrándose a su amo.

El tren quebraba la rutina y se transformaba en un acontecimiento semanal los domingo, que eran tan muertos como puede ser un domingo en el desierto… y a veces en la ciudad.

Cada habitante era un personaje, la construcción de un poeta, una escultura con vida propia. Pero nunca les pasaba nada.

El vendedor de pájaros vino a romper con todo, como se hace en teatro cuando el público está bostezando y un actor improvisa. Sin intención de romper con nada. Sin intención de enamorarse de la mujer más preciada de Desolación, propiedad del más bastardo del lugar. Sin intención de aparecer medio muerto a patadas y combos como castigo por amar.

El vendedor de pájaros solo quería vender sus pájaros, que en un lugar como Desolación era como llevar colores de flores.

El libro “El Vendedor de Pájaros” recoge nuevamente algunas de las aristas de la creación que ya le conocemos a Hernán Rivera Letelier: la pampa, el trabajo indigno, las vidas miserables –desde todo punto de vista–, los personajes medio garcíamarquianos… la desolación, en resumidas cuentas, en el alma de algunos de sus personajes y sus existencias decadentes.

El protagonista de este libro solo quería vender sus pájaros y ganarse el pan. Recorría los pueblos llevando el canto de esos ejemplares que eran una manifestación de la esperanza, de que las cosas podían ir mejor. 

El vendedor de pájaros no esperaba nada, no quería destruir nada, solo ganarse la vida con las vidas ajenas de esos seres con alas.

A veces pareciera que llevar color en almas yertas, no sirve de nada. Como querer construir una historia de amor en medio de la nada, en medio del desinterés, en medio de la mentira.

El vendedor de pájaros llegó feliz y se fue pateado en el suelo. Se fue en medio de la muerte, de la sangre.

Otra vez Rivera Letelier nos intenta abrir los ojos más allá de las historias que crea. Allí radica un pasado chileno que, más que pasado, es la raíz de mucha de la miseria que hoy vivimos.

Recordemos que la muerte y la miseria no es propia de las buenas novelas. Ello es la representación de algo más profundo.

Cuando vuelan esos pájaros de sus jaulas, destronados de su tranquilidad, se vuelan los colores y se vuelan las esperanzas.



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