Dejemos hablar al tiempo

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

Estábamos en la casa del Flaco Robles. De un tiempo a la fecha nos había dado por hacer “espiritismo”, con el típico vaso y la cartulina con el abecedario dibujado. 

“Es Gervasio”, dijo el Flaco Robles, quien había participado con el uruguayo muchas veces en actos por el NO en Chile. “Le voy a preguntar algo que solo él y yo sabemos”, añadió y cerró los ojos. 

El vaso se movía lentamente y escribió la palabra “sombrero”. “Sí… es Gervasio. Le pregunté qué era lo que no alcancé a devolverle y me respondió que un sombrero, el que una vez me prestó después de una concentración”…

Se dijo hasta que Don Francisco estaba involucrado en la muerte de Gervasio. Que no soportó dar la cara a su familia por los abusos sexuales que había cometido y por eso se suicidó. Que los militares sabían la verdad de lo sucedido. En fin.

El chileno César Parra estuvo un par de años dedicado a un acuciosa investigación que dio como resultado el polémico libro “Quién más que Tú. El Caso Gervasio”, publicación donde, a través de documentos, hechos y testimonios, demuestra la tesis de que el músico charrúa no se suicidó, sino que fue asesinado.

Intranquilo por las dudas que por años le han quitado el sueño a parte de la familia, opinión pública y algún abogado que desinteresadamente ha querido esclarecer lo sucedido, el autor de este libro se atreve a poner sobre la mesa un hecho que, hay que decirlo: no está claro para nada.

El 28 de octubre de 1990, camino a Talagente, Gervasio murió. La versión oficial fue que se suicidó. No obstante hay hechos que nunca se han aclarado, como por ejemplo por qué de inmediato se echó abajo el muro desde donde se supone que el cantante saltó para ahorcarse o por qué hay tantas contradicciones en los informes entregados por Carabineros y la PDI. O por qué el uruguayo tenía tierra en sus genitales y su ropa, evidenciando ciertos aspectos de tortura además. O qué hacía Peter Rock en el sitio del suceso, aun cuando haya explicado que “justo pasaba por ahí”.

Según Parra, la versión que tiene mayor asidero es que Gervasio habría tenido una aventura con la hija de un alto mando de la PDI. Al parecer, hubo un ajuste de cuentas y a los torturadores se les habría pasado la mano.

Para “justificar” la muerte del artista, se habría fingido su suicidio, que se haría coincidir con los difíciles momentos que estaba viviendo Gervasio por acusaciones de abuso sexual en su contra.

Durante estos años y especialmente desde 1995, cuando se reabrió el caso, Blanca Viera, hermana del artista, ha realizado numerosos esfuerzos para demostrar el asesinato de su hermano.

Acusa la modelo Mónica Aguirre, esposa del cantante, como en parte culpable de todo lo sucedido, sobre todo por los problemas matrimoniales que vivían y ciertos amoríos en que habría sido sorprendida por el artista.

“Déjenme tranquilo, porque están destruyendo mi vida privada. Soy un hombre normal, todo lo que se cuenta de mí es mentira”, dijo Gervasio poco antes de morir.

En aquellos días él firmaba ante la Justicia por acusaciones en su contra y esperaba qué dirían los jueces sobre su futuro. Sobre si iba preso, dijo: “no volveré vivo de la cárcel”, dejando entrever que él sabía algo más de lo que publicaban los medios.

Gervasio permanentemente era seguido por autos aparentemente de la CNI, la que lo vinculaba con activismo político contra la dictadura. De hecho, se afirma que la noche de su muerte también habría sido seguido y que se habría subido a un auto acompañado de unos sujetos que lo llevaron hasta el sitio donde respiraría por última vez.

Errores en la autopsia, peritajes poco claros, una joven que afirmó estar embarazada después de ser violada por Gervasio sin que se supiera si dio a luz; ropa del cantante que nunca apareció, heridas en la espalda; gente que sin

explicación tomaba fotos al cuerpo del músico esa misma noche. En fin, aspectos sobre los cuales nunca se habló a nivel masivo.

Hay que considerar también que los medios de comunicación tampoco se abrieron a informar respecto de la hipótesis de la cual hablamos y más bien se centraron en el amarillismo de las acusaciones de abuso sexual, lo que también puso en tela de juicio el proceder del Colegio de Periodistas.

El libro cierra con un valioso informe de peritaje en el sitio del suceso realizado por el abogado Jaime Brieba, a petición de Blanca Viera, a través del cual se constatan innumerables contradicciones y cabos sueltos.

¿La Justicia alcanza para todos? Está claro que no. Tal vez sea el tiempo el mejor juez.

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