Tristes cuando todos estén riendo

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

Generalmente vemos, pero no observamos. Ni siquiera nos cuestionamos de los mensajes que nos entregan los medios de comunicación. Pocas veces nos damos cuenta que estos están haciendo ideología con nosotros o están opinando a favor o en contra de un sistema social que nos atrapa y después engulle mientras nosotros sonreímos anestesiados.

Sergio Durán Escobar, historiador, no estaba tranquilo con los recuerdos que tenía de la televisión en dictadura. Y se dio el tiempo de ir más al fondo de los programas que hoy guardamos en la memoria incluso como parte de nuestra infancia.

Los programas de baile, de concursos, de entretención, las noticias, las teleseries, “Sábados Gigantes”, entre muchos otros, son releídos por Durán en el libro “Ríe Cuando Todos Estén Tristes. El Entretenimiento Televisivo bajo la Dictadura de Pinochet”.

Aquí el autor se detiene y se quita el optimismo. Sin ser grave nos entrega una visión profunda de lo que sociológicamente por decirlo de algún modo estaba entregando la TV chilena, en su mayor parte intervenida por el régimen del momento.

Para el autor, en esencia, la TV chilena del período intentaba distraernos de lo que estaba sucediendo afuera. Mientras el PEM y el POJH eran una fuente de trabajo humillante, en TV veíamos a gente vestida de frac que estaba preocupada de sus parcelas como sinónimo de felicidad; o concursos donde un auto o un viaje al extranjero eran a veces la salvación de una familia que ya no tenía qué comer.

Mientras sobre una parrilla se le intentaba arrancar información a una mujer o a un joven universitario, las teleseries nos mostraban historias ideales con personajes desinflados pero que en el fondo representaban los anhelos sociales y económicos del chileno medio.

Podemos creer o no en lo que nos dice este historiador. Podemos ver mala voluntad en algunos programas televisivos de esos años o tal vez el intento de algunos productores por dar descanso a los televidentes en un Chile tenso.

“Ríe Cuando Todos Estén Tristes” nos invita a pensar en que nunca es tarde para entender los procesos históricos. Recordemos que estos deben reposar para recién las generaciones comenzar a unir cabos y armar las posibilidades respecto de un escenario donde convivimos.

Durán establece en la TV chilena de aquel tiempo, un país paralelo, una realidad paralela: en medio de la tristeza, instancias para reír y convencerse de que al final no importa nada. Total, ganándose una lavadora y viendo “El Japenning con Ja”, la vida estaba resuelta.

Lo que más duele es que la generación de los que hoy tenemos cuarenta, crecimos creyendo que Chile era como “Sabor Latino” o los viajes de Don Francisco. Y peor aún, muchos siguen creyéndolo así…

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