Ñeclas y Piñuflas de Aldo Calderón Navarro


JORGE MUZAM -.

Estoy convencido de que todos los seres humanos somos poetas, por cuanto no podemos evitar la apreciación estética de lo que nos rodea, y a veces hasta improvisamos originales metáforas o explicaciones filosóficas de la vida. Por supuesto, sólo algunas personas adquieren plena conciencia de su oficio poético. Un reo, en sus largas horas de ocio, de seguro idealizará a su antigua amada convirtiéndola en una gatita Playboy. ¿Es eso poético? Creo que sí. La poesía no tiene por qué ser tan seria. Otro reo quizás se enamore de la arañita que baja en las noches a hacerle cosquillas en la barbilla. Un pescador relacionará el colorido de las nubes que llegan del occidente con la posibilidad de una buena pesca. Una dueña de casa conservará en un jarro con agua su perejil de la semana. Vale decir, cada persona ejecutará a su manera poemas invisibles durante cada jornada.


Aldo Calderón Navarro, poeta consciente de sí mismo, parece estar enamorado de muchos elementos que convierten a San Antonio en una región diferenciable de cualquier otra. Lo conocí en una de esas mañanas interminables de las bibliotecas públicas. Esas mañanas donde los libros nos envuelven de amnesia y olvidamos el almuerzo, el café, los amigos, las urgencias y las horas. Mientras yo terminaba de pedir una nueva andanada de libros, Aldo, sentado frente a un computador, me preguntó por mis blogs. Le di los links y hablamos un rato. Fue amable y llegamos a concordar en que San Fabián de Alico es un lugar hermoso. Me mostró sus propios blogs sobre crónicas y poesías, así como su libro de poemas “Ñeclas y Piñuflas”. Pregunté por el significado de la palabra “Ñeclas”, y una persona algo mayor que escuchaba la conversación me lo aclaró con gran entusiasmo. Las ñeclas son una especie de volantines hechos de papel de diario. Antes de que se industrializara la confección del volantín, los niños solían hacer rudimentarios cometitas para hacerlos preponderar entre las nubes.

Los poemas de Aldo están poblados de nieblas costeras, de aire salado, de sol, de espuma, de gorriones, de lluvia y de caminatas solitarias. Una interesante concepción del tiempo, como concatenador del sentido de la vida, atraviesa sus letras. Hay sombras de soldados que heroicamente pelearon y murieron en guerras pasadas, soldados que quizás dejaron su semilla y su memoria bien plantada para que algún día un aedo moderno los recordase. Porque ¿para qué sirven los hechos de la vida si luego nadie los recuerda? Su poesía no está exenta de humor, de añoranza, de amor trabado y de un acentuado sentimiento de marginalidad y despojo. En definitiva, su mirada parece querer empinarse sobre las colinas generacionales para mirar el sol de todas las épocas.

Ciertos poemas o fragmentos de sus poemas me conmovieron particularmente:

“Está/ en los pájaros el amanecer/ en los cerros/ me escondo de él/ atrás miles de años hombres/ con sus canas/ sobre sus tumbas/ me piden fuego/ solamente fuego”

(Fragmento de Me piden fuego)

“El gorrionero está lleno/ es el lenguaje/ de las cuatro estaciones/ que despierta a los canarios/ en las casas de la avenida/ el reflejo de un espejo/ le da directo al gorrionero/ sus habitantes, los gorriones/ dejan de enamorar a las gorrionas”.

(De: El gorrionero está lleno)

“La estación está vacía/
veteranos de guerra/ se han llevado/ los rieles…”


(Fragmento de: La estación de greda)

“¿Hacia dónde arrancarán las arañas/ de una habitación recién pintada?”

(De: Hacia dónde)

Aldo Calderón Navarro es muy joven y su voz de seguro guarda un largo aliento, por lo que es posible pensar que habrán nuevas ñeclas y notas de lluvia acariciando nuestros sentidos.

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1 Comentarios

  1. Anónimo8/6/15

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