Espero no pecar de injusto

JORGE MUZAM -.

“Adiós a Ruibarbo”, de Guillermo Blanco me parece hoy un cuento muy sobrevalorado. No hablo del argumento de la historia que es definitivamente emotivo, sino de la forma como está narrado. Hay un exceso de adornos, rebuscamientos, redundancias, iteraciones y cursilerías que entorpecen el relato. Si lo comparamos con la poesía descriptiva de un escritor que tocó temas similares como el estadounidense Sherwood Anderson, nuestro chileno queda muy mal parado.

Intento buscar una explicación al éxito lector, crítico y editorial de “Adiós a Ruibarbo”, y a su aparición en cada antología del cuento hispanoamericano, pero es un ejercicio difícil y quizás hasta inconducente.

Quizás debo remitirme al contexto de época en que fue escrito el relato y valorarlo dentro de ese ámbito. Ciertamente que entonces pocos habrían entendido y valorado a escritores tan distintos como Houellebecq o Murakami.

Si me remonto a creaciones narrativas previas y contemporáneas a “Adiós a Ruibarbo” me encuentro con los mismos insoportables adornos narrativos de Oscar Castro, Mariano Latorre o Salvador Reyes.

Safe Creative #1107269748557

Publicar un comentario

0 Comentarios